Editorial














Sobre el concepto de resistencia yace una tonelada de escombros.
Pesados fragmentos de una ideología dominante que se adueñó de las principales consignas de los movimientos estudiantiles de antaño, para apilarlas en un discurso conservador maquillado con ideales democráticos. Así operan los estigmas y los estereotipos en la cotidianidad, oponiendo a los actos de resistencia costumbres cívicas y ejemplos de lo que debería ser un buen ciudadano. 


El que resiste es fácilmente tachado como vándalo,  como un inadaptado que pisotea las banderas de la paz y la convivencia, que aturde con su voz la santa tranquilidad de los claustros democráticos.

Hasta aquí un primer nivel, pero hay que leer más de dos veces las cosas, porque hay otros estados de oposición más peligrosos. En este caso, el as bajo la manga es el concepto de libertad, usado frecuentemente para disolver cualquier compromiso ideológico, para alentar (con aquel tono seductor de vacaciones en el caribe) la apatía. Como éste, encontramos más temas políticamente correctos que colman las agendas mediáticas, arrinconando las discusiones pertinentes y creando cortinas de humo. Un ejemplo es el tema del respeto a los animales, o a la naturaleza en general. Recordemos el episodio del jugador de fútbol que pateó en pleno partido a una pobre lechuza. Las turbinas mediáticas se pusieron a toda potencia para crear melodramas rizomáticos, y el público respondió a esta descarga de información generando más contenidos, poblando el horizonte de alaridos, de sentencias indignadas. Entretanto, discusiones políticas de incuestionable relevancia social se evaporaron. El problema aquí es de equilibrio, como vemos; la noticia de la lechuza merece un comentario, o dos, tal vez, pero debe articularse de manera coherente con temas de orden social y político. Es todo.

Los medios y la propaganda oficial asocian la barbarie a los actos de resistencia. Con esto tenemos que lidiar, actuando con lucidez. La resistencia que hace hoy gran parte de la comunidad universitaria tiene visos de un verdadero proyecto ideológico, por esto mismo es necesario establecer mecanismos de protección, para que no aparezcan brumas sobre el cielo de este movimiento. Las manifestaciones,  las intervenciones, los comunicados y las lecturas del problema, demuestran hasta ahora un compromiso, una madurez política. El camino es largo y hostil,  pero real. Existe, como el futuro. Trabajemos por él.